Planicie nevada
13 de febrero de 2017
flightless bird, ¿ya te perdí?
No te poses como se posan los pájaros de la casualidad,
tibiamente en el costado de la belleza,
que el azar es un cisne negro que pisa en el hielo y lo rompe,
y de los pedazos escribe un poema.
Lindísima con las alas al viento,
es tan fácil pintarte esta noche,
que tu vientre se me anuda en una soga,
una cuerda metálica y azul que sabe a vino derramado.
No me llores, pregunta por mí tú que vas por las nubes,
que me da vértigo caerme en el cielo como un globo,
que me han soltado las manos de un niño,
que se ve tan pequeña nuestra casa desde aquí, amor,
y tengo miedo.
Que no te laman las llamas del silencio,
fuego invisible quemando en las manos que ahora me agarran el rostro de cera.
Y es tan atroz en los oídos tu nombre,
que se me acerca inexorable una luna verde,
y hasta que un bicho se detenga de golpe,
dando en el tallo con un hacha implacable.
Volverá a nacer
respirando hondo en el mar del sur,
en una arena de flores de cerezo y amapola,
de latidos de timbales que el levante arremolina y enreda,
de temblores ígneos bajo los pies del peregrino.
Volverá a nacer,
en las brutales insignias que atesoran las gargantas,
en los cálices de savia incandescente,
savia que será vertida otra vez sobre un sol que estará eclosionando.
Y entonces el cielo ya no será más un abismo sino un manto de estrellas.
19 de diciembre de 2016
volver sobre los pasos pintando las huellas en la tierra mojada,
y mirarnos en la nieve violeta de la hora imprecisa
en que jugando me emancipaste,
cuando por una extraña singularidad
se desgajaron mil eslabones, mil raíles y mil grilletes en mil símbolos de acero,
mil palabras como polvo plateado en la memoria y la sien,
dunas de colores y regalo,
tiza de corales volando por el suelo
y hasta allí mismo
hasta la casilla última.
En esa hora imprecisa jugando,
tan solo jugando me has roto el bucle y el fractal,
me has roto la elipse en que caminan los vagones de los astros,
y el torbellino de las ondas del estanque navegando hacia tu mano,
centro del eterno mandala,
lienzo expandido sobre lienzo,
robles de otoño enraizados con ramas de relámpago.
Tan solo lloviznando
has golpeado en la estepa,
y con el destino incontestable de un gato
me voy por el tejado,
te he soñado incansable esta larga madrugada
y me he guarnecido en la mañana tibia que ahora despunta,
y bajo el manto de nenúfares de tu pelo,
tierra prometida,
tierra mojada,
tierra en la otra orilla colmada de nuestras huellas,
que tan solo jugando has pintado mañana.
22 de marzo de 2016
27 de abril de 2015
9 de abril de 2015
yo ya no estoy derramado,
ni estoy brotando en los extremos de las ramas,
cristalizo en un punto de nácar
entre las rejas de un ente,
de un ente en lugar de nada.
Para cuando el acorde me acuchilla
yo ya he puesto tu palabra en la herida,
en la sangre que gotea en la escalera,
palabras como charcos,
charcos como espejos
espejos como cielos.
Cuando el disco flota en el lodo,
los números perfectos se comban
y en los lindes del huerto de luz me embarco,
ayer y mañana se me olvidan,
y cuando la llama prende en el hielo,
el olvido es una huella en la llama.
9 de marzo de 2014
cumbres coronadas de albura y ámbar
en el preciso instante del deshielo,
cuando paren dos arroyos templados.
Dos arroyos que van a nuestro encuentro,
caminos que dibujo en la ladera,
que es cerezo retoño,
falda fecunda de hierba y de sangre.
Van en el valle y ya son uno solo,
para dar a tu boca, mar salada,
y dar a mi boca, barco de vela,
y al levante que me arranca y me lleva,
ya gota de mar flotando en el aire,
en las pálidas nubes.
Camino que vas, camino que vuelves,
mañana yo seré lluvia en tus cumbres.
9 de noviembre de 2013
ríe, payaso de rostro severo,
hormiguero en el hueso y en el cayo
de cadáveres que comen perdices.
Tura de turas,
tuera-es-tu-voz-para-mi-oído-tuera,
dime cuál es el nombre de este tallo
que arranqué de cuajo de sus raíces,
luz calcinada,
lluvia sobre un pedregal en barbecho,
vagones dormitando en el relámpago
que huye alucinado hacia el vacío.
Ríe, calavera,
ríe de las naves que arden en vano
y estallan en espejos de mercurio,
del vuelo-garabato de una mosca,
del temblor febril,
de mi lengua tan muda en su garganta,
tan urgente que se ahoga en un grito
y que reniega del verbo y del ser
y de sí misma;
que si te vas aún me quedará el miedo,
la traición consumada en arrabales
y luces de tráfico en expansión,
suelta de globos,
nada sin un cero que nos circunde,
las orillas con imposible apnea
y con el vértigo,
con las noches con huellas en la arena,
con dolor y con sangre en los andenes
y portales porque ya no hay más tiempo
y hay que huir
y hay que dejarlo todo diariamente,
incendiarse y enfermar y matar,
enloquecer de ausencia y de veneno.
Literatura,
tuera-es-tu-voz-para-mi-oído-tuera,
dime quién es este árbol cobarde,
sin aliento, "talado que retoño",
en tu nombre se ha arrancado la vida.
26 de octubre de 2013
con el tejo caído de los techos de pizarra,
cuando 'round midnight por carrer de París,
quieras despertar o dormir,
quieras emerger a donde el piolín
de El supremo-granhermano-títere
no te agarra los tobillos,
y un espejo de latón de Bjerkely
nos guiña los ojos,
te reconozco y me reconoces,
y vas esparciendo las máscaras
por el cielorraso de esta noche nublada.
En este despertar,
este teatro de sombras
donde Barcelona es el arco de un violín
que sostiene la nota más última,
o el silbido del tren que ha de matarte,
muñeca rota, muñeca rusa,
vas calle arriba con un revoltijo de hojarasca
que parece batir a contramano,
que te lleva en volandas
a donde no te alcanzo porque no puedo,
porque soy la tierra que piso bajo la tierra misma
y porque si te alcanzara no te querría
o no de esta manera,
no con en la garganta un desierto,
no con en mi pensamiento los gritos,
y no con el verbo que me subyuga y me pierde
y rompe la ciudad y mi vigilia por fin en mil pedazos.
24 de octubre de 2013
13 de octubre de 2013
un pájaro grazna en el recuerdo
delirante de un indigente negro,
bien podría ser un principio,
un centro.
Entonces bastará una camiseta raída
que haga las veces de metáfora
o de paño de cocina
para darle el relieve que le falta
a la reina de baraja;
y que además este naipe culmine el castillo,
que sea la última teja de la torre,
cerca del cielo pero sin el cielo.
Es aquí donde me tienes, donde me tenés,
apenas atado a un reducto de mí mismo,
un ectoplasma de posibilidades abortadas
y universos de duermevela,
paralelepídedo de cristal
que habita un fuego fosilizado.
Justamente atado,
porque reincido,
porque yo, porque tercamente yo, jo,
jo em dic,
así me reafirmo y así me engaño,
posado en el fiel de una la balanza al uso
(pero sólo un pájaro podría posarse),
contengo el aliento,
a veces como a punto de dar el salto,
con en un brazo la cuerda bien tensa
y por otro brazo un ala desplegada.
6 de mayo de 2013
todo tiene inaprensible,
cómo podría decirlo,
cómo hablar de un cuento de infinitesimales
en donde Aquiles no alcanza,
de este grave cero que me habita y conmueve,
un vasto cero indecible,
un silencio súbito de ojo de huracán,
y como de orillas con imposible apnea
donde llegaren pájaros para quedarse.
Que este silencio no es el grito de un cadáver,
que es un silencio solo de alas detenidas,
de luz naranja en el eterno amanecer
que baña a los seres de pequeños planetas
y a nosotros sólo en horas intempestivas;
silencio que late en los tiempos y compases,
que es el que guardan los retratos de los ruidos,
y hasta los versos escritos,
y la palabra que se ahoga en las miradas
que nada dicen, o nada particular,
sólo un exceso de 21 gramos de nada,
nada que media en esa infinita distancia
entre nosotros y tú y yo,
entre tú y yo y las mitades,
y lo que es amor y la suma de sus partes.
6 de abril de 2013
30 de marzo de 2013
una patria que no fuese el pasado,
si tuviese algo eterno,
lo llevaría conmigo o me quedaría.
Pero no por detenerme
pondré freno a esta rueca,
y quizá me traigan felicidades
otras versiones de mi propio rostro,
acaso me guiñe los ojos la fría marea
y esta cáscara de nuez me lleve a puerto,
acaso me acompañéis con la mirada,
y con un rezo callado confiéis.
Quizá me reafirme cuando me eleve
sobre las nubes, aterrorizado,
radicalmente vivo
y lleno de renuncias.
Que por primera vez se me antoja posible
dejar de existir de prestado,
y que una reservada belleza me aguarde
en la luz más última de una nebulosa.
Quizá me acompañen vuestras señas
cuando vaya a la deriva en el vasto universo,
tal vez el recuerdo sea mi aliento,
allá donde mi vista se pierde,
donde vuelvo a ser algo más que yo mismo,
y vuelvo a ser el aprendiz del viento.
26 de marzo de 2013
03:00 a.m.
y pretender amarrar este instante,
este irrepetible instante, tan imposible,
será como nadar hacia un puerto esquivo donde ya no hay muerte,
sino tú, sino yo,
como estatuas rescatadas de la guerra,
fotografías volando a la par sobre los giros del mundo,
tan empeñado en sus días y sus noches;
Pero y si sólo esta vez...
y si mañana no hubiera,
y si nadie nos esperase en el sur de nuestros padres,
yo ya no sería lo que tercamente soy,
sólo respirando agotaríamos la duda que nos separa,
para que sólo nos quedara la hipnosis,
y tus pupilas como la luz de un túnel,
y que entonces fuese verdad:
que toda la vida se ha hecho para esta sola madrugada.
7 de marzo de 2013
1 de marzo de 2013
vigilia
cuando toda la luz de esta estancia insolente
la exhalas a tiempo en un ritmo quebrado,
cálido, plácido.
Y al margen vas tejiendo con la bruma,
ausente
de todo cuanto veo y escribo o lamento:
este hambre feroz,
este humo en la ropa,
la risa amarga que me despide,
el terco desorden,
y nuestra voz muda o agotada
de no hallar rastro de un huidizo infinito,
y este cuadro que nos inmortaliza
minuto a minuto, pero sin tiempo.
Tengo tu boca en mis ojos mientras duermes,
cuando se abren los tuyos sin buscarme,
escapando hacia mañana como una promesa espuria.
Y al margen me tienes perdido en un lugar de esta estancia,
ausente
de todo cuanto sientes y sueñas o lamentas,
este frío extranjero,
la duda, la noche enmarañada,
este súbito retratista,
y este yugo que nos eterniza
minuto a minuto, pero sin hablarnos.
19 de febrero de 2013
2 de agosto de 2012
como una estatua de sal en la lluvia,
un lobezno ante la luna menguante.
Ojalá nos sorprendiera la muerte
bailando por la noche en el desierto,
para ya nunca acabar de contar;
y que el pasado cambiara o me redimiera,
y volviéramos a llorar con los ojos
de los niños y de los que no saben.
22 de mayo de 2012
Utopía
te encontré entre el griterío,
entre el frío, los efluvios
y las calles como ríos.
Se hundía la ciudad gris
de un sueño y ningún país.
Capitana de aquel barco
condenado a naufragar,
querías ser charco en el charco,
caracola de la mar.
Qué pensamiento rotundo,
querer ver el fin del mundo.
Como todos, yo escapaba
a un rascacielos o un monte,
y fue tu rostro una traba,
¿qué tendría el horizonte
que debió de congelarte?
¿Cómo no intentar salvarte?
Pero entonces ocurrió:
me clavaste las pupilas
y me dijeron que no.
Dos témpanos o dos lilas,
fui Abel y ellas Caín.
Qué sombría naturaleza,
qué maldita la belleza
y prematuro este fin.
No llegaron a mi oído
las palabras que se ahogaron,
ni hallé caminos perdidos,
u hogares que se soñaron.
Siguieron en pie los muros,
seguía en blanco el futuro.
Aún después de aquel día,
sólo quedó la promesa
de los hijos que vendrían,
que la Historia sigue ilesa:
le dio muerte quien la fragua,
siempre renace del agua.
Y seguirán como ciegos,
perdido el norte y sin faros,
quemados por este fuego
hasta que encuentren un claro
en el bosque del error,
que es aquello que has negado
a quien quedó en el pasado:
acaso un destino mejor.
Seguiremos como ciegos,
sin camino ni otro amparo
que el de la suerte y su juego,
siempre libres sin reparos
en esta selva sombría,
a solas con nuestro empeño,
donde nos sobran los sueños
porque falta la utopía.
15 de mayo de 2012
Huracán
gatos de Dinamarca le robarán la lana.
Por eso lo verás apostado en su ventana,
entreviendo en el tejado intenciones malsanas.
Con el rostro dibujado en el vaho del cristal,
la niña zahorí, de poder sobrenatural,
sabe por radiestesia que no le irá tan mal
si accede a subir a dos bricks de leche el jornal.
Ser o no ser, Hamlet hoy no está contento.
va a saltar levante, va a cambiar el viento.
La joven porteña acude a clase en bicicleta,
donde Jack Kerouac le muestra mágicos cometas,
y va con párvulos de excursión a coger setas
a Nunca Jamás, donde se citan los poetas.
La Guardia Civil los toma por representantes
de un peligroso sueño propio de maleantes,
y las vagas consignas de idealistas farsantes
se queman con Bruno en una plaza llameante.
Roma arde y clama ante Nerón el sargento:
"no se extinguen las llamas con tanto viento".
Mientras, Marie Curie se relaja en su bañera
sabiéndose una mártir de la fe verdadera.
Que la salud sólo es para abultadas carteras,
y la promesa que le hizo a la parca es sincera.
Ya está ciega, y el mundo está enfermo de ceguera,
"Es muss sein", se oye en una radio de madera,
elegía en la Sorbona, llanto de plañidera,
porque ha ido a tocar el agua la sombra postrera.
El péndulo de Foucault ya se mueve con su aliento,
la bala de un fusil atraviesa el viento.
Janis Joplin me clava sus dos miedos vidriosos,
navego en las sienes que no encontrarán reposo;
cazar las hormigas que sus labios han llorado
es lamer la savia de un retoño lastimado.
Ella es el niño perdido que agarra mis manos,
puerta entreabierta entornada con luz de verano,
un poso de café que promete amor en vano,
con un ala rota, tiene por cielo un piano.
Ha venido a pedirme que me quede un momento,
a verla volar como una hoja seca en el viento.
11 de mayo de 2012
Resistencia pasiva y democracia
10 de mayo de 2012
Manifiesto determinista
30 de abril de 2012
20 de febrero de 2012
8 de febrero de 2012
como al hijo pródigo que regresa
para traer su mentira inconfesa,
su bello antifaz de sonrisa falsa.
Mañana una promesa es desengaño,
y al ayer nunca debieras volver;
no hay jueces que nos puedan absolver
de hacer a la vida esperar un año,
ni cuerpo ha nacido aún que lo aguante,
ni arderá la juventud en tal día.
Tú estás donde será, yo donde era antes,
vivimos en la misma fantasía.
Busco detrás y tú buscas delante,
a la larga tu rostro encontraría.
23 de enero de 2012
12 de enero de 2012
Mamihlapinatapai
despertando de súbito en la aurora;
cuando en tus aguas se va desvistiendo,
impúdica y tácita,
la sirena que orienta al extraviado,
este viento que nos mueve a deshora,
esta idea que nos está consumiendo.
Me miras como me mira un abismo,
y leyendo en mis ojos la batalla,
me conduces por tiempos que aún no existen,
sintiéndolo al vértigo
morir de sed encerrado en sí mismo.
Entonces tiembla el estanque y se calla,
nos alejamos, y el alba es más triste.
3 de diciembre de 2011
15 de noviembre de 2011
Hay una cosa que se llama tiempo, Rocamadour, es como un bicho que anda y anda; acaso sobre nuestra piel, dejando marcas que tan sólo la muerte habrá de borrar, como al resto de nuestro cuerpo. Hay una cosa que está en todos nosotros, una flecha que sólo se dirige hacia delante y que nos atraviesa el pecho cuando volvemos la mirada hacia detrás, hacia el pasado, hacia una estación que se va alejando rápidamente mientras somos llevados por un tren vertiginoso al que no quisimos subirnos. Nosotros preferíamos quedarnos en la estación, en esos lugares donde habíamos enloquecido, donde el mundo era estable o al menos cíclico, donde los días se tejían con algún material precioso que debió de evaporarse sin remedio, donde la juventud bullía y nos sentíamos exultantes y llenos de inocente júbilo, donde imaginábamos todas las diferentes vidas que eran aún posibles, e ingenuos hacíamos planes para un futuro que no llegaría o que sería demasiado diferente de como habíamos aventurado; donde la niñez era un cuento recién relatado y la edad adulta una promesa por cumplir, o la tierra donde mana leche y miel; donde, en fin, aún teníamos expectativas y sueños a la espera de recibirnos mañana.
22 de octubre de 2011
14 de octubre de 2011
11 de septiembre de 2011
Entre el día y la noche
qué hay en ti de atardecer,
cómo eres playa y mujer,
esa culpable presunta
de herir a un sol que se ayunta
con este mar de cristal,
sol tan ávido de umbral
que, con su último temblor,
se convierte en el pintor
de esta tarde en el final.
Blanca la mano que mece
las aguas de la ceniza
donde este sol agoniza,
donde ante ti comparece,
helado como otras veces
por tu corazón de nieve,
corazón blanco y tan leve
que una sola palabra mía
pronunciada lo mancharía:
calle mi boca si debe.
Rojo allí en esa frontera
derramada y confundida
entre la noche y la vida,
entre el día y "la postrera...",
La esperanza traicionera,
ni cobarde ni valiente,
ocurre que a veces miente:
no es sino un oscurecer
disfrazado de tu ser,
que nos aguarda impaciente.
Dorado quebrando el cielo,
estallido cegador,
abriga el viento un candor
en su presuroso vuelo,
y así embriaga todo anhelo.
Esta vida es un momento,
todo es efímero y siento
que todo debe cesar,
el techo se ha de voltear,
se apague el astro y el aliento.
Azul como este nadar
entre sueños encallados,
murmullos de mi costado
que el agua habrá de callar
para que oiga ecos de mar,
las voces del vasto vacío
cuyo cuerpo ahora uno al mío.
Nada soy si no es en ti,
nunca en vida distinguí
río en mar, ni lluvia en el río.
Yo tan día, tú tan ocaso,
tú mi mar y mi deceso,
descansen allí mis huesos
en este horizonte raso,
hallen luz, tu paz acaso,
que vendrá la noche luego
para que vuelva aquel juego
en que contabas estrellas,
yo ya insomne y tú tan bella,
mi dolor, mi aire, mi apego.
No despertará otro día
en esta noche por densa,
me cubrirá tan extensa
como el mar que la traía.
No entrarán por celosías
ni blanco, rojo o dorado
ni azul, los ojos cerrados.
Te encontré y ya no te vi,
y te abracé y me extinguí,
y fui sombra y fui pasado.
31 de agosto de 2011
Sobre la filosofía
23 de agosto de 2011
buscando terco en el silencio un alarido.
Bajo la mirada torva de cien mil lunas
perseguí la albura infantil de los esteros,
hallé entre chamizos de un roble malherido
gélidos fuegos que no emiten luz alguna.
Hundí mis brazos en océanos de piedra,
volé en las cumbres de rodillas en el suelo,
viví en las sentinas con máscaras sin nombre,
amarré un cometa con maromas de hiedra.
Afuera aullaban teléfonos sin consuelo,
dentro el desagüe engullía el suero de un hombre.
Vi llover desde el balcón de un templo en el cielo,
y a grullas de papel volar desde unos labios
para quemarse en el rubor del horizonte.
Seguí los pies descalzos que hollaron el hielo,
y las sendas de la tez cetrina de un sabio,
que son como arroyos de ceniza en los montes.
He despertado en el sepelio de los astros,
sobre un universo en que ha caído el telón,
para bajar al valle ya sin más cadenas,
para unirme a la procesión que escucha el rastro
de la risa de un payaso ante el paredón;
para hundir mis dedos en cabellos de trena,
besar el agua tibia que la playa llora,
clavar en la lengua la espina que ha brotado
en el crisol que me espera al amanecer,
como espera al viajero la tierra que añora.
Voy al encuentro de mis días aplazados,
voy a laberintos que están por recorrer.
18 de agosto de 2011
Sueño número 8030
17 de agosto de 2011
si la cuerda que te abraza es vencida,
píntame una estela.
Si sigues al viento, barco de vela.
Pintame una estela, si ahora te borras,
para que así me oriente y la recorra.
O prende una hoguera,
si ahora te borras, si no me esperas.
Prende una hoguera, pero no me quemes
el cuerpo, haciendo lo que el alma teme.
Si vas con el viento
como arena, barco, fuego y aliento.
No temas a las sombras
si el aire te lleva como a una leve cometa,
si vas con tu cola de luz a alumbrar los planetas,
que mi sangre riega el suelo y la noche se agrieta,
que liberadas de sus cárceles ya vuelan
mis alas, detrás de tu estela.
15 de agosto de 2011
cuando duermen en el lecho de tus pupilas,
y una llave de plata perdida en la sima
que se abre en los yermos páramos de mi tiempo.
También raíces que clavan mis manos
a un madero en cruz que se dibuja en tu vientre,
y una sonrisa de Cheshire en las paredes
del ataúd con los otoños que he olvidado.
Faros que no me alumbraron tu orilla
proyectan una sombra en el mar aledaño,
donde en su bote de poesía va a la deriva
la voz que se apaga contra un viento salado,
la palabra que late en la insidiosa herida:
el verso que cual grito ha de morir ahogado.
24 de junio de 2011
extravagante espectáculo de jarrones rotos y ferrocarriles
que se desdoblan con el calor de fraguas hostiles;
que escuchamos lejos los cantos huidizos de tibios faros
que pisan escarcha en medio de un arsenal que rezuma sangre
que rezuma pus y olor a jarabe de opio adulterado,
que vendemos metálicos vasos de tinta china
y los vertemos en fangosas escaleras de caracol
que llevan hasta paraísos y dioses de papel de periódico quemado,
que obstinados nos hundimos en ruidosos tarros de abejas
zumbando descoloridas y furiosas en las esquinas
mientras paramos un taxi con los pies embarrados,
que acuchillamos y asesinamos la carne de buzones obesos
que nos miran con ojos trémulos y grasientos por tanta venganza
impresa en acuses de recibo y tarjetas hechas con nuestras alas,
que encadenamos a los postes de luz de las carreteras
a los perros callejeros que beben el sudor de un saxofonista ebrio
que aúlla en el arrabal al oír tras de sí los pasos que lo persiguen,
que hacemos rondas tras la sombra de los serenos y los lavabos
pulidos con marfil y lágrimas viscosas de color azul
y de desquiciados alaridos de sed y de convulsiones febriles,
que engullimos a las estrellas iconoclastas que vomitan tarántulas
en máquinas de escribir con la concienzuda incoherencia
que exhiben los gatunos profetas en un éxtasis maníaco,
que acomplejados de nuestras manos andamos incendiando parques
y sumándonos a la fila india de linternas anónimas y sin rumbo
bajo cielos rojos y violetas arañados por los pararrayos,
que con diabólica convicción nos entregamos a tahúres
que en campos de concentración nos ocultan hedientas vísceras
tras biombos de filigrana y de seda y de cabello humano.
4 de junio de 2011
Silencio
te habrán puesto estos años,
qué monstruos encaró tu rebeldía,
cuánta sangre costó cada peldaño,
qué fuegos han lamido tus entrañas,
y cuántas verdades y héroes cayeron
despeñados por sus propias montañas.
Qué traidores te besaron primero,
cuántos buques viejos no te esperaron;
o qué ausencia dejaste en cada muelle
para andar sin estrellas y sin faros
cuestionando guiones, roles y leyes.
describiendo sus círculos y rectas,
por cada página y punto y aparte
de la vida como la obra imperfecta.
Y cuántas veces te viste privado
de aquel sol que tocaste con el dedo
que estalló como un foco apedreado
que apaga la calle y enciende el miedo:
miedo al incendio que todo lo quema,
al silencio que desvela el tictac
tejiendo su mortal estratagema,
para que venga vestido de frac,
con sus propias manos a darte caza,
el último guerrero que te trate,
la última herida que te hagan las lanzas,
una jugada para jaque mate.
Has visto los hilos del bien y el mal
enredarse en las fauces de este mundo,
y en tus huesos sopla el aire glacial
que espira por la tarde el moribundo.
18 de mayo de 2011
Soneto 1
como fluye la sangre de mis venas,
disolver al émbolo que me obstruye:
el miedo, los prejuicios y las penas.
Hoy quiero borrar la férrea cuadrícula
que me dicta endecasílabo el verso.
No quiero ser invierno ni canícula,
ni uno ni dos, ni palma ni reverso.
Quiero ser el remolino en la espuma,
un castillo de arena, una hoja seca,
un pegote de tinta en esta pluma,
una emoción en lugar de una mueca,
el sueño que se teje con la bruma.
Quiero arrancarle el pelo a tu muñ… romper tu maldito soneto.
5 de mayo de 2011
13 de marzo de 2011
Ritmo
El volcán se despertó,
la tierra tembló con un grito.
El humo negro cubrió el cielo azul,
el fuego pintó de rojo el bosque y la hierba.
El animal salvaje respira al compás.
Inspira y el aire se contrae,
espira y el aire reposa.
Y el corazón que va detrás del péndulo:
ahora la sístole, y el mundo expectante;
ahora la diástole, y el mundo se duerme.
El mar.
Viene la ola y se llena de su ímpetu.
La ola se rompe y vuelta a empezar.
Otro pulso contra la orilla,
otra violenta bofetada de agua,
agua que vuela y se pierde en el viento.
Y de repente ya no hay nada.
Un instante congelado.
El péndulo alcanza el extremo
de la curva que dibuja.
Un instante justo antes de desandar,
un instante hasta el latido subsiguiente,
un instante de apnea.
El suicida hace equilibrio en la cornisa,
una rama seca se dobla con el viento.
Un gatillo se va tensando en la mano del hombre.
19 de febrero de 2011
El noctámbulo
11 de febrero de 2011
Tú con las nubes
de la mano de las lluvias de mayo,
que ibas en busca de un contraste,
un claro en las nubes grises, un rayo
de mil luciérnagas volando
sobre los nenúfares, cuando
te arrullan los grillos entre los tallos.
Y con la melena calada,
con ojos como pozos de deseos,
llegaste pero no vi nada
con mis gríngolas y esposas de reo.
Y ahora en esta yerma mente
consigue arraigar tu simiente,
y brotan palabras y hojas de té.
Tú con esas lluvias de mayo,
yo con mis anteojeras de caballo,
aquella vez que te encontré.
Contaron ayer que escuchabas
con la candidez de los forasteros,
y te querían como esclava
un perro apuesto y un hombre faldero.
Con tu mirada de vidente
te anticipaste a la corriente
para que no se hundiera tu velero.
Y te fuiste por los meandros,
mecida por el río de otras manos,
como Hermia con su Lisandro.
El sueño de una noche de verano
se extendió por otras quinientas.
Quizá es que te encontré contenta,
o fue que me olvidé de ti.
Siempre tú y tu intuición profética,
yo y mi maldita lógica aritmética,
cuando esa vez te conocí.
Dicen que das con mi portal,
ahora que se agrietan mis espejos,
con una aurora boreal
y aquel fuego fatuo del bosque viejo
que huyó contigo en la ribera,
que me dejó en sombra y ceguera,
y que ahora alumbra con un reflejo
un par de cuentas de cristal
temblando sobre tu brocal.
Quizá es que otra vez llueve afuera
y es la primera vez que nos miramos.
Si no hay direcciones certeras,
si vamos a atender este reclamo,
si me arrullan los grillos a tu vera,
si nos despertamos muertos de frío,
tú con tus sueños y yo con los míos,
dime esta vez qué nos espera.
9 de febrero de 2011
El ave y el árbol
del árbol más frondoso que encontró:
“Protégeme del furioso ciclón,
abre la puerta que conduce a tu alma”.
Él quiso tender su leñosa mano,
y la abrigó entre hojas de árbol anciano.
El ave quiso saber, y escuchó
su murmullo, y se bebió los licores
de madera mojada, hierba y flores.
Ella habló del mar que sobrevoló,
de cada desierto, montaña y prado:
“No descansé hasta que te hube encontrado”.
Duró el temporal lo que media vida.
Se agitaba el mundo pero encontraron
cobijo en burbujas de cristal claro,
y los dos olvidaron la salida,
y una lumbre frágil tembló en su intento
de aguantar la acometida del viento.
Querían ser un cuadro en lugar de un drama,
existir como las cosas inertes
que con la belleza huyen de la muerte,
rebelarse a las estrellas que exclaman
adioses en su veloz estampida,
que hiela y que deja piel hendida.
Pero al amanecer llegó el invierno,
estalló la pompa y ella voló,
se llevó los colores y lloró
por dejar al árbol en un averno,
donde aún espera un final de la historia
en que regrese el ave migratoria
con otro ciclón debajo del ala,
y cálida se lleve la blancura
depositada en lo que fue espesura.
Caen hojas como lágrimas resbalan,
Sin ella el bosque, herido por la nada,
será siempre una planicie nevada.
3 de enero de 2011
y se me ahonda tanta perspectiva
que del confín apenas sigue viva
la vaga imagen sobre mis espejos.
Aún vuelan, sin embargo, los vencejos
en torno de unas torres, y allá arriba
persiste mi niñez contemplativa.
Ya son buen vino mis viñedos viejos.
Fortuna adversa o próspera no auguro.
Por ahora me ahínco en mi presente,
y aunque sé lo que sé, mi afán no taso.
Ante los ojos, mientras, el futuro
se me adelgaza delicadamente,
más difícil, más frágil, más escaso.
29 de noviembre de 2010
Una rara y hereditaria condición
Nosotros, casi siempre respetuosos con las normas que nos vamos imponiendo continuamente —convencionalismos la mayoría, unas costumbres sociales sin base lógica suficiente—, sufrimos en raras ocasiones como un impulso de súbita rebeldía que nos obliga a hacer algo levemente anómalo, casi siempre para estupefacción de los presentes, que suelen ser conocidos que nos tienen por gente de intachables rectitud y sentido del decoro (y nos ven así gracias a que, como digo, los episodios son infrecuentes, o lo son por lo pronto). No me refiero a que cometamos infracciones o delitos, hasta la fecha ningún miembro de mi familia ha tenido roces con la ley, hablo de alguna excentricidad que, aunque pueda resultar intolerable en medio de un entorno de formalidad, no conlleva grandes repercusiones, quizá solamente que tengamos que cambiar de vida o de contactos para no empañar nuestra cuidada imagen. Uno de los más notorios fue el caso de mi tío Ernesto, un prestigioso doctor en Historia Europea por
4 de octubre de 2010
Opiniones enfrentadas
Parece que para convertir a alguien en un enemigo, basta con que le llevemos la contraria. Hoy parece que nadie tolera nunca opiniones enfrentadas, a los oradores se les dispara enseguida una alarma en el cerebro, se revuelven en sus asientos y balbucean argumentos miles hasta que su público queda hastiado y se esfuma y se quedan ellos rumiando con la mente las mismas explicaciones que han caído en saco roto. Es frecuente que pierdan los papeles, como si a los seres humanos nos hubiera quedado como un reflejo, una respuesta estereotipada y automática por la cual percibimos como enemigo a todo aquel que nos contradiga, y se interpreta que es una amenaza o afrenta no ya toda réplica que los ponga en entredicho, sino cualquier matiz que se quiera aportar a un discurso casual. No, no se puede estar en desacuerdo con nadie sin ponerlo nervioso y aun iracundo, hay que andar con pies de plomo, como si las opiniones fueran armas o insultos que se nos puedan escapar, como si fuese de mal gusto tener el criterio contrario o sólo diferente y tuviera uno que guardárselo siempre para no ser visto como un bronco agitador. Por supuesto que también los hay de este tipo: gente que encuentra el más alto placer despreciando y ridiculizando a cuantos oyen para calmar sus crueles ansias de dominación y sentir cómo sus iguales se vuelven corderos sometidos, personas con un gusto morboso por la discusión vehemente (que nunca se permiten “perder”, tal es su vanidad), gente que es incapaz de contenerse y no transformar cualquier debate en un acalorado enfrentamiento en el que ya nadie escucha nada ni quiere llegar ya a ningún acuerdo ni conclusión, en el que sólo cuenta quién tiene la última palabra y quién se impone a quién. Es la misma intolerancia, el mismo germen violento, aquí sí se detecta la intención gratuitamente provocadora. El relativismo que nos ha infectado lo reduce todo a una lucha de titanes inamovibles, donde el único logro posible es acabar la discusión sin haber reconocido al interlocutor ni la más mínima y evidente de las afirmaciones, habiendo sido lo más despreciativos y lo más sordos y tercos que se pueda. Llegados a este punto, he visto que muchos optan por guardar un silencio indefinido, todo lo conceden, y hacen como si estuvieran en misa asintiendo con la cabeza ante el sermón del cura. Parece que no les queda otra opción a estos hombres de paz, pero qué triste es que ya no podamos hablar de nada sin desatar la cólera visceral o sin provocar a algún fanático. Sólo es hablar, pero hablando ya no se entiende la gente, parece que estuviéramos en el Congreso, los políticos han debido de transmitirnos esa enfermedad de sofistas (pero en política son las reglas del juego, nadie pretende moverse de su sitio, lo cual hace que toda argumentación se vuelva inútil). O quizá es que nunca un pueblo estuvo mejor representado como lo está por los diputados, y seguimos viviendo como en los años treinta, hablando como si al hablar nos hiciéramos de nuevo la guerra fraticida.
18 de septiembre de 2010
La existencia es como situarse entre dos espejos enfrentados. Es fascinante observarse a uno mismo repetido mil veces hasta donde alcanza la vista. Sabemos que por lejos que miremos, siempre habrá otra imagen subsiguiente, sabemos que la fila india no tiene principio ni final; y la muerte está quizá en límite donde nuestro último yo roza el infinito.