19 de diciembre de 2016

Emplear la lengua primigenia,
volver sobre los pasos pintando las huellas en la tierra mojada,
y mirarnos en la nieve violeta de la hora imprecisa
en que jugando me emancipaste,
cuando por una extraña singularidad
se desgajaron mil eslabones, mil raíles y mil grilletes en mil símbolos de acero,
mil palabras como polvo plateado en la memoria y la sien,
dunas de colores y regalo,
tiza de corales volando por el suelo
y hasta allí mismo
hasta la casilla última.
En esa hora imprecisa jugando,
tan solo jugando me has roto el bucle y el fractal,
me has roto la elipse en que caminan los vagones de los astros,
y el torbellino de las ondas del estanque navegando hacia tu mano,
centro del eterno mandala,
lienzo expandido sobre lienzo,
robles de otoño enraizados con ramas de relámpago.
Tan solo lloviznando
has golpeado en la estepa,
y con el destino incontestable de un gato
me voy por el tejado,
te he soñado incansable esta larga madrugada
y me he guarnecido en la mañana tibia que ahora despunta,
y bajo el manto de nenúfares de tu pelo,
tierra prometida,
tierra mojada,
tierra en la otra orilla colmada de nuestras huellas,
que tan solo jugando has pintado mañana.

22 de marzo de 2016

Lloro la lluvia
del cerezo desnudo
que no tuvo abril.