11 de mayo de 2012

Resistencia pasiva y democracia

Cuando hace semanas se oyeron voces desde Interior que amenazaban con leyes para criminalizar  la resistencia pasiva, que pasaría a convertirse en “atentado contra la autoridad” y un delito punible con varios años de cárcel, se armó un revuelo considerable en la opinión pública, y en concreto en las redes sociales, donde muchos como yo vimos en la medida toda una provocación y una reaccionaria estrategia para apagar con gasolina los fuegos de la legítima protesta civil, precisamente ahora que se prevén incendios. Después, otros personajes del gobierno hicieron declaraciones contradictorias, y como siempre ocurre últimamente, todo se ha quedado, de momento, en una cortina de humo, una maraña imprecisa de informaciones intencionadamente vagas y perecederas, y nadie sabe a ciencia cierta si al final va a ser verdad o no que nos van a meter en la cárcel por recibir palos en la nuca mientras participamos en una sentada, por desobedecer la orden que nos da el político de turno a través de su intermediario sumiso y feroz que es el policía armado.
            En todo caso, la noticia sirvió para que se abriera un interesante debate. Algunos, llevados por la pasión, sugirieron que puesto que el gobierno equiparaba la resistencia pasiva con el uso de la violencia (“atentado”, recuerden), bien podríamos ser nosotros quienes ya no distinguiéramos una cosa de otra y recogiéramos piedras donde antes recogíamos flores, y no para introducirlas en sus cañones, sino para lanzarlas contra ellos y contra todo el que pusiera obstáculos a la lucha. También he llegado a leer la opinión de quien piensa que “una manifestación sin violencia es una pérdida de tiempo”, y no he podido evitar acordarme de Gandhi y de la independencia de la India. Una de las grandes virtudes del 15 M ha sido su carácter pacífico, con el que se ha ganado la simpatía de esa población a la que pretende implicar. El único método coherente de reivindicar democracia es mediante la no violencia, ya que violencia y democracia son conceptos incompatibles. La democracia es un sistema para la toma de decisiones en un colectivo, donde pacíficamente se adopta la postura mayoritaria a fin de mantener una convivencia en armonía, garantizándose a través del voto un poder equitativamente repartido entre cada uno los miembros del conjunto. La violencia, en cambio, es el instrumento que usa un individuo para arrogarse el poder e imponerse a los otros; es siempre un chantaje porque quien la usa pretende obtener de los otros un favor, establecer una dominación sobre la voluntad de sus semejantes con la amenaza del daño, y cuando esto ocurre, la libertad se pierde, la democracia se pierde.
            El único método para escapar a la violencia es resistirse a ella, no ceder a las amenazas. Gandhi dijo que es un deber moral del hombre desobedecer una ley injusta. El Estado a menudo utiliza la violencia para imponer el poder, pero nosotros, demócratas convencidos, nos negamos acatar una orden sólo porque exista la amenaza del daño físico, porque esto nos parece incompatible con lo que suponemos es democracia; nosotros entendemos que la desobediencia pasiva es el mayor ejercicio de nuestra libertad, con ella nos hacemos verdaderamente libres y escapamos a cualquier dominio, sencillamente nos negamos a aceptar que la violencia se convierta en un método efectivo para la imposición de cualquier idea, nos negamos a que nuestra voluntad sea sometida por la fuerza, sea quien sea quien detente esta fuerza. Si en cambio abandonamos la resistencia pasiva y usamos la violencia, deja de tener sentido que pidamos democracia, porque nosotros mismos la estaremos destruyendo. 

2 comentarios:

  1. No sabes la de vueltas que me está dando la cabeza últimamente con el temita. Yo, pacifista convencido, con ganas de tirar piedras y de quemar cosas (entendiendo "cosas" en el sentido más amplio de la palabra, si es que acaso tuvo alguna vez un sentido concreto y no fue por méritos propios la palabra más eminentemente inconcreta del vasto mundo de las palabras), renegando de mis más profundos convencimientos. Cada vez que me dé un viraje violento leeré esto, compadre.

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  2. Vaya par de textos más buenos. Me congratulan enormemente.

    Mm, estoy de acuerdo. La violencia nos aleja de la democracia, de la justicia y de la razón en términos absolutos.

    Me hace gracia la típica escena de Braveheart en la que justamente cuando entran en batalla aluden a lo contrario. Violencia para obtener libertad.

    Si de verdad la tónica es la que hablas, creo que la sociedad habrá avanzado. Aunque el pasotismo es una gran losa que padecemos.

    Saludos.

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