1 de marzo de 2013

vigilia

Tengo El Anticristo en mis manos mientras duermes,
cuando toda la luz de esta estancia insolente
la exhalas a tiempo en un ritmo quebrado,
cálido, plácido.
Y al margen vas tejiendo con la bruma,
ausente
de todo cuanto veo y escribo o lamento:
este hambre feroz,
este humo en la ropa,
la risa amarga que me despide,
el terco desorden,
y nuestra voz muda o agotada
de no hallar rastro de un huidizo infinito,
y este cuadro que nos inmortaliza
minuto a minuto, pero sin tiempo.
Tengo tu boca en mis ojos mientras duermes,
cuando se abren los tuyos sin buscarme,
escapando hacia mañana como una promesa espuria.
Y al margen me tienes perdido en un lugar de esta estancia,
ausente
de todo cuanto sientes y sueñas o lamentas,
este frío extranjero,
la duda, la noche enmarañada,
este súbito retratista,
y este yugo que nos eterniza
minuto a minuto, pero sin hablarnos.

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