26 de octubre de 2013

No hará falta jugar al descanso
con el tejo caído de los techos de pizarra,
cuando 'round midnight por carrer de París,
quieras despertar o dormir,
quieras emerger a donde el piolín
de El supremo-granhermano-títere
no te agarra los tobillos,
y un espejo de latón de Bjerkely
nos guiña los ojos,
te reconozco y me reconoces,
y vas esparciendo las máscaras
por el cielorraso de esta noche nublada.
En este despertar,
este teatro de sombras
donde Barcelona es el arco de un violín
que sostiene la nota más última,
o el silbido del tren que ha de matarte,
muñeca rota, muñeca rusa,
vas calle arriba con un revoltijo de hojarasca
que parece batir a contramano,
que te lleva en volandas
a donde no te alcanzo porque no puedo,
porque soy la tierra que piso bajo la tierra misma
y porque si te alcanzara no te querría
o no de esta manera,
no con en la garganta un desierto,
no con en mi pensamiento los gritos,
y no con el verbo que me subyuga y me pierde
y rompe la ciudad y mi vigilia por fin en mil pedazos.

24 de octubre de 2013

Talita se corrió un poco en la cama y se apoyó contra Traveler. Sabía que estaba otra vez de su lado, que no se había ahogado, que él la estaba sosteniendo a flor de agua y que en el fondo era una lástima, una maravillosa lástima. Los dos lo sintieron en el mismo instante, y resbalaron el uno hacia el otro como para caer en ellos mismos, en la tierra común donde las palabras y las caricias y las bocas los envolvían como la circunferencia al círculo, esas metáforas tranquilizadoras, esa vieja tristeza satisfecha de volver a ser el de siempre, de continuar, de mantenerse a flote contra viento y marea, contra el llamado y la caída.

13 de octubre de 2013

Un cementerio, donde a veces
un pájaro grazna en el recuerdo
delirante de un indigente negro,
bien podría ser un principio,
un centro.
Entonces bastará una camiseta raída
que haga las veces de metáfora
o de paño de cocina
para darle el relieve que le falta
a la reina de baraja;
y que además este naipe culmine el castillo,
que sea la última teja de la torre,
cerca del cielo pero sin el cielo.
Es aquí donde me tienes, donde me tenés,
apenas atado a un reducto de mí mismo,
un ectoplasma de posibilidades abortadas
y universos de duermevela,
paralelepídedo de cristal
que habita un fuego fosilizado.
Justamente atado,
porque reincido,
porque yo, porque tercamente yo, jo,
jo em dic,
así me reafirmo y así me engaño,
posado en el fiel de una la balanza al uso
(pero sólo un pájaro podría posarse),
contengo el aliento,
a veces como a punto de dar el salto,
con en un brazo la cuerda bien tensa
y por otro brazo un ala desplegada.