6 de mayo de 2013

La nada particular que hay entre nosotros
todo tiene inaprensible,
cómo podría decirlo,
cómo hablar de un cuento de infinitesimales
en donde Aquiles no alcanza,
de este grave cero que me habita y conmueve,
un vasto cero indecible,
un silencio súbito de ojo de huracán,
y como de orillas con imposible apnea
donde llegaren pájaros para quedarse.
Que este silencio no es el grito de un cadáver,
que es un silencio solo de alas detenidas,
de luz naranja en el eterno amanecer
que baña a los seres de pequeños planetas
y a nosotros sólo en horas intempestivas;
silencio que late en los tiempos y compases,
que es el que guardan los retratos de los ruidos,
y hasta los versos escritos,
y la palabra que se ahoga en las miradas
que nada dicen, o nada particular,
sólo un exceso de 21 gramos de nada,
nada que media en esa infinita distancia
entre nosotros y tú y yo,
entre tú y yo y las mitades,
y lo que es amor y la suma de sus partes.

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