9 de marzo de 2014

Que son dos hormigueros solitarios,
cumbres coronadas de albura y ámbar
en el preciso instante del deshielo,
cuando paren dos arroyos templados.

Dos arroyos que van a nuestro encuentro,
caminos que dibujo en la ladera,
que es cerezo retoño,
falda fecunda de hierba y de sangre.

Van en el valle y ya son uno solo,
para dar a tu boca, mar salada,
y dar a mi boca, barco de vela,
y al levante que me arranca y me lleva,

ya gota de mar flotando en el aire,
en las pálidas nubes.
Camino que vas, camino que vuelves,
mañana yo seré lluvia en tus cumbres.