9 de noviembre de 2013

Literatura,
ríe, payaso de rostro severo,
hormiguero en el hueso y en el cayo
de cadáveres que comen perdices.
Tura de turas,
tuera-es-tu-voz-para-mi-oído-tuera,
dime cuál es el nombre de este tallo
que arranqué de cuajo de sus raíces,
luz calcinada,
lluvia sobre un pedregal en barbecho,
vagones dormitando en el relámpago
que huye alucinado hacia el vacío.
Ríe, calavera,
ríe de las naves que arden en vano
y estallan en espejos de mercurio,
del vuelo-garabato de una mosca,
del temblor febril,
de mi lengua tan muda en su garganta,
tan urgente que se ahoga en un grito
y que reniega del verbo y del ser
y de sí misma;
que si te vas aún me quedará el miedo,
la traición consumada en arrabales
y luces de tráfico en expansión,
suelta de globos,
nada sin un cero que nos circunde,
las orillas con imposible apnea
y con el vértigo,
con las noches con huellas en la arena,
con dolor y con sangre en los andenes
y portales porque ya no hay más tiempo
y hay que huir
y hay que dejarlo todo diariamente,
incendiarse y enfermar y matar,
enloquecer de ausencia y de veneno.
Literatura,
tuera-es-tu-voz-para-mi-oído-tuera,
dime quién es este árbol cobarde,
sin aliento, "talado que retoño",
en tu nombre se ha arrancado la  vida.